Me han rogado que en esta entrada no dé nombres ni de pueblos ni de lugares, así que voy a hacer caso. Ya sabéis el pánico que tenemos los que disfrutamos de solitarios y salvajes rincones a que se nos llenen de gente o de personas con malas intenciones, léase cazadores sin escrúpulos, que los hay tanto furtivos como no furtivos, pero para el caso es lo mismo. La eterna lucha cazador-senderista, sí, sé que me estoy reiterando en el tema así que me callo y sólo dejo aquí este enlace para quien le apetezca firmarlo.
La cuestión es que desde aquí,
hasta allá,
Otro bonito pueblo de España con bella damisela observando el paisaje.
Ah no, que es el cantante fugado de Camela con el gorrito de NO camuflaje.
Ah no, que es el cantante fugado de Camela con el gorrito de NO camuflaje.
hay un barranquito de lo más salvaje por el que no ha pasado ser humano -o al menos eso parece- en mucho tiempo. Está bastante cerrado por la vegetación, entre las ortigas que crecen en él y la cantidad de insectos que viven deliciosamente entre sus plantas, acaba uno bastante perjudicado, pero como dice el refrán "sarna con gusto no pica".
Compañera del cantante de Camela
perdida entre la vegetación.
perdida entre la vegetación.
Al no ser un sitio de fácil acceso la fauna es considerablemente más alta en número y más confiada que en otros lugares. La primera visión fue el avistamiento -supongo que antes por su parte que por la nuestra- de este alimoche con su característica cabeza amarilla desplumada. En la Península es sólo un visitante estival, pero en las Islas Canarias y Baleares tienen poblaciones estables todo el año.
Después de analizarnos con unas cuantas pasadas siguió a lo suyo. Estaba de caza, al rato lo vimos con un topillo en el pico, el pobre animal no se imaginaba el viaje que iba a hacer por las alturas en vuelo completamente gratis, eso sí, con un destino fatal. La vida es así, unos mueren para que otros se mantengan. Es la cadena.
¿Cómo no? También poblaban los cielos los buitres leonados. Yo los llamo "Los señores del cielo", siempre omnipresentes en cualquier lugar.
Buitre leonado
Con ellos compartía acrobacias aéreas un hermoso ejemplar de águila calzada en su fase clara, de la cual no tenemos foto pero que es así de bonita.
Águila calzada en fase clara.
Foto de Eduardo Nogueras Ocaña
tomada de www.sierradebaza.org
Foto de Eduardo Nogueras Ocaña
tomada de www.sierradebaza.org
Sin embargo lo más significativo del lugar era la cantidad de corzos que salían por doquier de cualquier parte. Literalmente los íbamos espantando de las praderas donde estaban descansando.
Algunos optaban por quedarse agazapados entre la maleza para no ser descubiertos, y de hecho no los ves, hasta que finalmente los puede el miedo y se levantan escopetados saliendo como alma que lleva el diablo perdiéndolos de vista en unos segundos.
Al ver la fotografía en casa nos dimos cuenta de que aún era una cria.
Si ampliáis, no hay más que observar el pelaje y las manchas blancas en los costados.
No me digáis que no es bonito, si dan ganas de pegarle un achuchón.
Si ampliáis, no hay más que observar el pelaje y las manchas blancas en los costados.
No me digáis que no es bonito, si dan ganas de pegarle un achuchón.
Y como somos buenas personas,
si algún sediento acude a tí, dále de beber.
Ruiseñor bastardo.
Foto de JL Beamonte,
tomada de www.pajaricos.es
Cuando comenzaron a dolerme las piernas y me tuve que levantar se alejó un poco. Vamos, que me cansé yo antes que él.
Un precioso, solitario y mágico momento de total complicidad que me alegró el día.
si algún sediento acude a tí, dále de beber.
Pero ésto no fue todo, para mí el momento mágico del día fue cuando me quedé sola metida entre un montón de árboles con denso ramaje para observar un insecto que me llamó la atención y en esas estaba cuando un pajarillo se me aproximó a una distancia mínima. Me quedé en cuclillas tal cual estaba sin pestañear para no espantarlo, y así pasó un buen rato, tanto se me acercó que alargando la mano podría haberlo tocado. Me rodeó completamente de un lado a otro, saltando de rama en rama, me estuvo observando un buen rato, y yo pude observarlo en detalle a él. Se trataba de un ruiseñor bastardo.
Ruiseñor bastardo.
Foto de JL Beamonte,
tomada de www.pajaricos.es
Cuando comenzaron a dolerme las piernas y me tuve que levantar se alejó un poco. Vamos, que me cansé yo antes que él.
Un precioso, solitario y mágico momento de total complicidad que me alegró el día.